Hace mucho tiempo que no escribo en este blog. ¡Me da tanta pena porque me gustaría poder escribir algo todos los días! La realidad es que Dios nos da misericordias nuevas cada mañana (Lamentaciones 3:23) y es hermoso poder hablar de las obras de Dios (Salmo 89:1).
Últimamente, Dios me ha estado ministrando a través de Filipenses 4:4-7 que dice,
Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Creo que muchas veces tomamos estos cuatro versículos y los usamos unos aislados de los otros. Nos acordamos del “Alégrense” cuando estamos tristes. Nos decimos que no “nos inquietemos por nada” y que “oremos en todo momento” cuando tenemos una petición delante del Señor. Y nos recordamos de la “paz” del Señor cuando estamos en momentos de decisiones difíciles para darnos aliento. Y aunque en todas estas ocasiones, estamos usando los versículos correctamente, creo que podemos encontrar un pasaje más poderoso cuando combinamos los cuatro versículos, tal como los escribió Pablo.
Primero, Pablo nos exhorta a alegrarnos. Recuerden que la carta de los Filipenses es conocida como la carta del gozo. Y lo más increíble es que Pablo la escribió cuando estuvo encarcelado. Así que si alguien conocía el gozo en medio de circunstancias difíciles, era Pablo. Después que nos exhorta a alegrarnos, nos dice que nuestra amabilidad sea evidente a todos. En otras palabras, que en medio de nuestras circunstancias podamos reflejar el gozo del Señor para ser testimonio vivo de Cristo. Esto lo sostiene cuando dice, “el Señor está cerca”. El Señor sí está cerca. Eso lo podemos ver al mirar los eventos de este mundo. Cada día estamos más cerca a la venida del Señor. Si tenemos presente que la venida de Cristo está cerca, ¿por qué afanarnos? Si tú supieras que Cristo viene mañana, ¿te preocuparías tanto por las circunstancias de la vida? Creo que Pablo pone cosas en perspectiva. Y por eso lo sostiene con, “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.” No nos afanemos porque Dios está cerca, presente, viene pronto, no me deja solo. Pero en medio de mi espera, puedo orar vehementemente mientras que le doy gracias a Dios independientemente de los resultados de mi oración. Y cuando oro de esta forma, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará de mi corazón y mis pensamientos. En otras palabras, ALEGRIA + ORACION + GRACIAS = PAZ. Y esa paz me acompañará hasta que venga Cristo…sea mañana, en un año o en 50 años. La promesa de que está cerca es tan verdadera hoy como lo será mañana. Por esa razón, ¡me regocijo! ¡Amén!